La casa del mundo
Esta casa es la casa del mundo
Con sus cadáveres perdidos
Con sus osarios secretos
Sus esperanzas
Y sus fabulas perdidas
Hay pasos que gritan y llaman
A sus cuerpos y a sus costumbres
Hay sombras y muros con sombras
De los huéspedes de un otoño
De pronto la cas se muere
De enfermedades y desgracias
En las habitaciones hay gemidos
De muebles, de espejos, cortinas
Que resplandecen y se apagan
Como magnolias de la lejanía.
Hay un deseo de quedarse
Inmóvil, sin una caricia,
Mientras afuera las muchachas
Canjean magnolias.
Hay un deseo de ausentarse
Por las alfombras y la sillas
Convertirse en este silencio
En una sombra
En un libro, en algo que escapa
Y que mira
Afuera las sirvientas destejen collares
E historias antiguas
Las plantas alargan sus manos
Contaminadas de caricias
Esta casa es la casa del mundo
Romilio Ribero
Del libro “Todo Fénix es la mirada”